mario
Play
Si tuviera que definirme, diría que soy sólo un tipo que escribe canciones. Ni más ni menos que eso. Lo cual no es poco. Despues, podría definirme como músico. Esto último, seguramente, ya les sonaría más simpático a viejos amigos que llevan mas de treinta años escucharme decir que es eso lo que quiero ser. Lo cual no es del todo cierto tampoco. Es decir, no soy un músico en el sentido real del término. Aunque puedo leer cifrado, no soy capaz de leer una partitura a primera vista. Luego, en terminos estrictos, ¡no soy músico! Eso es lo que quería decir. Por otro lado, siempre me encantó la producción. La producción musical, me refiero. Es decir, escuchar una canción cualquiera, y poder apreciar los arreglos, que es lo que está haciendo el bajista, el guitarrista rítmico, el pianista. Si hay una guitarra acústica –o varias-, sonando detrás. Si se está usando tal o cual efecto de guitarra, si el piano es este o aquel, si la batería fue grabada con o sin compressor, con tal o cual reverb, cuando “pinchó” el tecnico, cuando doblaron la voz, cuando le pusieron un corito, doblando o triplicando la voz, o cuano pusieron detrás un sonido tal, porque el artista no llegaba a esa nota, etc. Pero, tambien, y esto ya fue causa de pura necesidad, a traves de los años fui convirtiendome en productor ejecutivo de mí mismo, secillamente porque nadie ocupaba ese rol por mi. Así, desde un principio, tuve que hacerme cargo de, por ejemplo, conseguirme lugares para tocar, ocuparme de la impresión y fijación de carteles, de aprender a configurar mis propias páginas webs, saber que era eso de “youtube” y demás etceteras, aunque antes, mucho antes, los problemas no eran más sencillos: había que conseguir lugar para ensayar, ocuparse del sonido, del transporte, de los horarios, de cuándo y cómo serían los ensayos (de allí la famosa frase de Nestor Astarita: “La música es el arte de combinar los horarios de los músicos…”), de las luces, de las entradas, de la impresión de esas entradas, de los diseños de los carteles, de quien se iba a ocupar de pegarlos (yo, el boludo de siempre), de ordenar el concierto, de saber que decir, de cómo íbamos (o iba, si me tocaba ir solo) a ir vestidos, etc. La necesidad no tiene cara de hereje, digamos. Y todo esto que ya llevo varias líneas escribiendo, ¿que diablos tiene que ver con la música? Todo a la vez, pero nada desde un principio. Quiero decir: hacer música, al comienzo, era tocar la guitarra. Despues, me picó el bichito de escribir canciones. Luego, grabar esas canciones –para lo cual había que tener los medios tecnicos para hacerlo, no como ahora, que cualquiera con un simple ordenador, y un par de micrófonos, tiene lo suficiente para grabar en su casa-. Una vez logrado esto, había que salir a mostrar esas canciones, repartiendo cassettes a lo pavote (el artista debe ser generoso, me dijo alguien alguna vez, lo cual me tocó los huevos sobremanera, porque mi abuelo, que ese sí hacía cosas artísticas, regaló muchas veces sus tallas o sus cuadros, sin cobrar un mango por ello, y yo nunca quise eso para mí ), o tratar con gente con la cual tenía pocas –casi ninguna- ganas de tratar, pero todo eso era parte del juego. Y me fuí haciendo, pensando que era lo que podia funcionar mejor, que podía hacer para destacar del resto. Que en el fondo, digamos que cualquiera puede tocar la guitarra y cantar. Hacerlo bien, ya hay menos gente. Pero, sobre todo, tratar de “profesionalizar” eso que uno hacía, ese fue el desafío desde un principio, y lo sigue siendo, que duda cabe. Cosa curiosa, por otro lado. A nadie se le ocurre discutir que ser fontanero, pintor o electricista, es un oficio. Pero si decís que sos músico, siempre viene detrás la pregunta: “Ah, ¿y de que trabajas?...”, como si no fuese suficiente trabajo el pretender vivir de lo que haces. Como si no implicase horas, constancia, orden, tozudez, ilusio
Tener la posibilidad cierta de dedicarse exclusivamente a lo que a uno le apetece, puede deberse básicamente a tres condiciones esenciales: o ganas la loteria, o tienes mucho talento y sobre todo mucha suerte, o heredas una empresa familiar, en donde entres por la ventana al mercado laboral, y eso te deje dinero para vivir cómodamente, y dedicarte a lo que te gusta en tus ratos libres – sea eso lo que sea: la música, la pintura, la astronomía, la escultura o jugar a los autitos electricos- En muchos casos, ocurre que lo que a uno le gusta da inmediatos reditos comerciales. Por ejemplo, si te gusta el comercio, los negocios, seguramente a los 17 o 18 años, ya vas a estar trabajando y negociando. Así, quizás a los 25 años tengas una buena posición económica, y puedas ganar aún más dinero haciendo lo que te gusta: comerciar. Y ya se sabe: el dinero llama al dinero, asi que, con un mínimo de creatividad, y algo de suerte, si juntaste algún dinero para esa edad, vas a seguir ganando dinero, tan sencillo como eso. Pero si no tienes esa vocación, es decir, si el dinero en sí mismo nunca ha sido –ni es-, algo que te quite el sueño, indefectiblemente vas a tener que trabajar para juntarlo, para poder tener las pequeñas cosas necesarias para vivir, ya sabes, pagar el alquiler (o mejor aún: la hipoteca de tu propia casa), tener un auto, poder tomarte vacaciones un par de veces al año, poner comida en la heladera, vestirte alimentar y pagar la educación de tus hijos, etc. Alguien me dijo cierta vez que el dinero se junta igual que la basura: si vos haces un bollito con un billete todos los días, y los vas arrojando a algún rincón, cuando quieras acordarte, vas a tener disponible un montón de dinero ahorrado –o un montón de basura acumulada, que para el caso, como ejemplo, es lo mismo- En el resto de los casos, tu vida va a ser un constante zigzagueo entre el hambre, y las ganas de comer, como siempre digo. Es ciertamente improbable por otra parte que, viviendo así, puedas ahorrar dinero para gastar en otros proyectos, cualquiera sean estos (un viaje, un coche nuevo, una guitarra, ni siquiera una mísera bicicleta) Y contra esto, no hay nada que hacerle. O sí: tener claro, desde un principio, a que te vas a dedicar. Si a vivir o a hacer dinero, así de sencillo. En países con una cierta economía estable, es muy común que, por ejemplo, puedas encontrar una oportunidad laboral que te permita hacer ambas cosas, es decir, vivir y hacer lo que te gusta en los ratos libres. En esos mismos países, por seguir con el ejemplo, siempre hay un inversor, con dinero, dispuesto a financiar tus proyectos. Por ejemplo, te inventas un telefono portátil, y registras la patente (y estoy hablando básicamente de USA o el Reino Unido), si buscas un inversor, lo vas a encontrar. Y quizás en algunos años seas millonario. Cosa que no es tan fácil tampoco: le pasa a algunos, pero al resto no. Es como los futbolistas: hay muchos buenos jugadores dando vueltas por ahí. Pero si quieres ser futbolista profesional, tienes que estar dispuesto a entrenar, revalorizar tu capacidad futbolística, digamos, con otros 200 pibes más. Presentarte a una prueba en un club de fútbol profesional, tener la suerte –para empezar-, de ser fichado. Luego, seguir un derrotero natural por las divisiones inferiores (teniendo la suerte, otra vez, de no sufrir ninguna lesión de importancia que te deje en el camino), y debutar en primera haciendo un par de goles al menos. Así, puedes asegurarte un contrato económico mas interesante que el resto –teniendo, una vez mas, la suerte para ello), y luego tratar de mantenerte jugando en primera –y destacándote-, para tener la posibilidad – si el azar lo permite una vez más- , de que te compre algún club de fútbol importante, y sobre todo, con mucho poder económico-, para poder ir a jugar allí, siempre y cuando debutes haciendo un par de goles, cos
Jerarquizando el oficio(especial para NORTE, por Mario Ojeda desde Granada, España) Suelo escribir sobre música, habitualmente, porque ese es mi oficio, pero siempre trato de relacionar las cosas de la vida con ella, sino, ¿para que escribir? Y, en realidad, el tratar de racionalizar determinadas cuestiones puede parecer un ejercicio inútil, casi inconducente, diría, pero si alguien no lo hace, ¿quién va a hacerlo, en verdad? Los tiempos cambian constantemente, esto es alo que suelo repetir, y me interesa hacerlo, además. Saber de donde se viene, es fundamental para saber donde estás parado, y hacia donde vas. Esta ha sido siempre mi regla esencial. Pero la mayoría de mis compañeros de oficio no lo hace, es mas, ni siquiera se plantea hacerlo. Y esto me jode, en realidad, porque determinados oficios (y el ser músico es uno de ellos), necesitan sí o sí ser sustentados desde una base teórica para ser revalorados como tales, sino, nunca terminan de alcanzar un status mínimo para ser valorados y respetados. A día de hoy, qué duda cabe, todavía es normal que te pregunten: “y vos, ¿de qué vivís?¿con qué te ganas la vida?...” Y si la respuesta es: “soy músico, escribo canciones y salgo a cantarlas por ahí...”, todavía es común ser observado con cierta displicencia, como si se tratara de un oficio menor. Y lo curioso es que a nadie se le ocurre preguntarle al fontanero que te viene a arreglar el calefón, por ejemplo, donde estudió, cuánto tiempo, o con qué promedio se recibió. Simplemente el tipo viene, te arregla el calefón, te cobra, y se va. Sin embargo, cosa curiosa, pareciera que cualquier trabajador de la cultura (un músico, en éste caso), es menos importante que un electricista, un pintor o, para seguir con el ejemplo, con un fontanero. Y eso pareciera darle derecho a quiénes nos contratan para discutir lo que podemos cobrar, o si “son Uds. muy exquisitos con el tema del sonido, si pueden cantar igual...”, como si fuese lo mismo. O acaso, para seguir con el ejemplo, los que actuamos somos siempre los últimos orejones del tarro para cobrar. Primero cobra el sonidista, el montador del escenario, el iluminador, la imprenta que hizo los carteles, los chicos que salieron a repartir volantes o a pegar esos mismos carteles por ahí, pero los músicos pueden esperar. Total, vivimos del aire, o eso pareciera. Y suelo preguntarme: ¿cuántas veces podría haberme recibido de otra cosa de haber seguido una carrera “formal”, digamos? Porque esto quiero dejarlo claro también: no solamente es cuestión de tocar la guitarra, por ejemplo. Tocar, lo que se dice tocar bien la guitarra, tampoco voy a decir que lo hago espectacularmente bien, ¿eh? Pero desde que empecé, hace casi 30 años ya, no solamente he venido haciendo esto. Tuve que aprender a instalar pequeños sistemas de sonido, a manejar mesas de mezclas, aprender a usar diferentes programas de grabación, a realizar una mezcla en directo, a reparar esos mismos equipos (tester y soldador en mano), y la lista sigue. Pero nada de eso pareciera jerarquizar este oficio. Para muchos, sigo siendo un “buscavidas”, y esto me hincha la paciencia una vez mas. Menos mal que puedo, al menos, refrendarlo con una larga lista de actuaciones en distintos países del mundo, con una lista mas larga aún de conocidos “famosos”, por decirlo de alguna manera (como si además esto me importara), o con los cientos de conciertos y producciones que llevo realizadas por ahí. Porque, por otro lado, eso de producir, por ejemplo, que en el fondo no es mas que “el pomposo nombre que se le da al hecho de inventarte algo, y soñarlo, y luego llevarlo a cabo”, como me decía cierta vez Alberto Lucas, también es un oficio que necesita ser constantemente refrendado. Es decir, desde hace unos pocos años para atrás, existen escuelas (la mayoría, aún privadas), donde se puede estudiar una carrera de “técnico en producción d
Fantasías (especial para NORTE, por Mario Ojeda desde Granada, España) Suele ser incordioso mirar hacia atrás pero, sencillamente, no se puede mirar hacia delante si uno no sabe de donde viene. Y, al fin y al cabo, lo que uno vive hoy es siempre consecuencia, no causa. Somos lo que somos hoy, por lo que antes hicimos. Y lo que seremos mañana, definitivamente, será consecuencia directa de lo que hagamos hoy. Es así de simple. Y ahí vamos. Dándole vueltas a la vida. Las fantasías e alguna delirante siesta chaqueña, como alguna vez me escribiera Alejandro Ruiz, hace tiempo que han quedado muy atrás. No hay vuelta de hoja al respecto. Y tampoco tengo fantasías anexas, del tipo “si hubiera hecho tal cosa, quizás hoy no estaría acá…” No. Estoy muy contento del camino que he transitado hasta llegar a éste presente. Reconforta saber que muchas de las cosas en las cuales creía, he podido verlas plasmadas en realidad. Como el viejo refrán oriental dice: “siéntate en el portal de tu casa, y verás pasar el cadáver de tu enemigo…” Es más o menos así. Mucha gente que se sintió con derecho a no prestarme atención, Hoy me escribe mails pidiendo que nosotros le prestemos atención a ellos. Paradojas de la vida. Ahora son ellos quiénes viven la fantasía de que estamos fenómeno, y que piden les prestemos atención. Y no es que estemos del todo mal y no podamos hacerlo. Es que, queramos o no, nosotros también estamos inmersos en nuestra propia vorágine cotidiana, acomodando los tantos día tras día, para sobrevivir, simplemente. Ocurre también que, quiénes nos dedicamos a tareas artísticas, hace tiempo hemos aprendido a vivir con cierta zozobra. Supongo será distinto el caso de un ingeniero o un arquitecto, por ejemplo, que cuando hay algún “boom” de la construcción tienen mucho trabajo, y que si esta se estanca, aparece cierta “desesperación” por no tener un futuro laboral claro. Nosotros no: los artistas siempre estamos viviendo con cierta precariedad económica, lo cual no implica que a veces podamos darnos el lujo de viajar, o de tener ciertos disfrutes o placeres. Cuando eso ocurre, es normal que te digan: “Mirá vos, no puedes quejarte. Siempre viajando, conociendo lugares con la guitarra al hombro. ¡Y encima te pagan por tocar!...” Ante lo cual uno se muerde los labios para detener la tentación de decirle: “No tenés ni puta idea de lo que decís, flaco. Cuando vos tenés un sueldo seguro todos los meses, yo no. Y a veces tenemos épocas buenas, otras no tanto, y otras sencillamente lastimosas. Pero no nos quejamos por eso. Somos lo que somos, y ahí vamos, poniéndole garra y corazón a la vida, sin prestarle demasiada atención a cosas superfluas, o a la smuchas pelotudeces que a vos te suelen preocupar…” Pero te callas porque al fin, como decía mi abuelo, “mejor callar que con burros tratar”, y a ésta altura del partido hay muchas cosas que no tenemos ganas de explicar. Las canciones no van a cambiar el mundo, pero indudablemente ayudan a que sea mas disfrutable. ¿O acaso pueden imaginarse un mundo sin música, sin canciones, sin pinturas, sin películas, sin pinturas, sin libros, sin esculturas? Esa es nuestra función: hacer arte. Y pretendemos cobrar por eso. Como un pintor, un fontanero, un electricista, un zapatero, o un médico, por poner ejemplos. La vida sin arte sería mucho mas triste, mas aburrida, sin dudas. Y en eso estamos, sencillamente. Tratando de escribir cada día mejores canciones, porque eso es lo que nos va a sobrevivir. Cuando llegue el momento de partir, ni antes ni después. Porque nadie sale vivo de aquí, por muchas cosas que se acumulen, por si no se dieron cuenta. Hasta la próxima vez. © Mario Ojeda, Granada, agosto de 2008.